Repitamos la experiencia del pasado, superándola. Acaso, ésta sea la expresión más simple del espíritu revolucionario. En efecto, la revolución entraña conocimiento de lo ya hecho, comprensión del proceso anterior. La revolución es, sobre todo, continuidad vital, se apoya en la experiencia anterior; es la aptitud del espíritu en constante agilidad creatriz, el fluyente devenir de la vida, la perenne corriente transformadora. Hasta cuando parece más brusca e inconexa tiene sus raíces más profundas en la realidad precedente. El pasado, en su significación esencial y eterna, no es nunca una redundancia, es la base de las creaciones posteriores.
A veces la revolución se nos presenta en apariencia tan radicalmente desligada del pasado que caemos en el error de creer que todo lo destruye, que ante su violencia lo anterior queda derogado. En realidad, una revolución destruye, confirma y crea. Lo efímero, lo meramente circunstancial y perecedero del proceso anterior es, efectivamente, aniquilado para siempre. En cambio, lo más hondamente vital, lo que tuvo de esencial, de orgánico y perdurable, subsiste; recibe su confirmación y sello definitivo. Una doctrina o corriente ideológica, una escuela literaria o artística, una orientación en la vida política de un pueblo sólo adquieren su justa significación o prestancia, cuando se ha consumado un movimiento revolucionario antagónico que arranca las escurrajas de la circunstancia, los postizos de moda, los prejuicios y artificios de la época. La revolución es pues, a la vez, el tamiz del pasado y la creación del porvenir.
Suélese distinguir la evolución de la revolución diciendo, que la una, transforma creando y la otra, transforma destruyendo. Superficial distinción, pues que ambas, destruyen y crean a la vez. Si, acaso , hay alguna diferencia, ésta es su realización en el tiempo, su mayor o menor violencia al producirse. En la una, el proceso se desenvuelve lentamente, eliminando todo elemento patético o trágico. En la otra, el antagonismo estalla, los términos se plantean trágicamente y, por eso mismo, es más fecunda y eficaz. Lo que la simple evolución obtiene en un siglo, la revolución puede realizarlo en un día; pero ambas, son la manifestación de la vida transformándose y creándose incesantemente.
Notas Marginales - Trujillo 1922
César Abraham Vallejo Mendoza |